jueves, 24 de marzo de 2016

Premio al mejor comentario de esta imagen

El nacionalismo tiene las raíces muy profundas... Y, le pese a quien le pese, nunca ha podido desprenderse de un peligroso aroma de xenofobia. Allá por los años '20 y '30 del siglo pasado, muchos emigrantes de Andalucía y de Murcia fueron a Cataluña a trabajar en el metro. La percepción (imagino que de una parte de la población catalana, no de toda) del asunto fue esta:
(publicada en L'esquella de la torratxa, 27 de enero de 1933).

2 comentarios:

Adrián Castellón García dijo...

¿Cómo puede alguien llamarse nacionalista actuando en contra de la propia naturaleza de la nación? Una nación es un pueblo, y un pueblo no sólo debe, sino que nace para acoger, como amparo. Un pueblo que no acoge es sólo un rebaño amurallado y falto de civilización, y una autoridad que permite la sátira de estas situaciones con el fin de incitar, en cierto modo, al odio, no es una autoridad, porque no llama a la unión o al respeto.¿Somos de veras una civilización? Aquí no sirve la frase de "el ser humano es lobo de sí mismo", porque al menos los lobos cazan en manadas.
Un saludo, gracias por la lectura.

Mari Sol dijo...

Me encantan estas palabras: "un pueblo no sólo debe, sino que nace para acoger, como amparo". El amparo, sustantivo del verbo amparar: 1. tr. Favorecer, proteger. A ver si los gobiernos europeos recuerdan que somos un gran pueblo y amparamos a los sirios, el gran éxodo de nuestro tiempo, víctimas de esta guerra apoyada por el negocio armamentístico de países sin escrúpulos, por más que digan que nos quieren defender.