Se me ha ocurrido echar un ojo a las efemérides de hoy, y la verdad es que hay muchas, y muy destacadas.
Por ejemplo, para los que vivimos en lo que un día fue la Monarquía Hispánica, no se puede olvidar que el 24 de febrero de 1525 Carlos I le dio un buen enjuague al chulito de Francisco I en Pavía. De hecho (ya lo sabéis), el rey francés fue hecho prisionero y pasó una temporada en España hasta que, bajo palabra de honor, fue liberado. Todo sellado en la Paz de las Damas. Dicen los testimonios recogidos en las Relaciones Topográficas de Felipe II que dos de los que tomaron preso al francés eran de localidades del Reino de Murcia... Otro día lo busco, y doy el detalle. Pero es significativo que, cincuenta años después de la batalla, en un pueblo perdido de un reino periférico se hiciera memoria de que un vecino participó en semejante hazaña.
Arturo Pérez Reverte publicó hace años un relato de los suyos titulado "Jodía Pavía", que creo que aún se puede encontrar en formato electrónico. No tengo opinión formada sobre el texto, porque no acabé de leerlo.
Por cierto, Carlos había nacido precisamente un 24 de febrero del año 1500 en Gante (Países Bajos, hoy Bélgica). Mejor manera de celebrar un 25 cumpleaños, imposible.
No menos trascendental, sino más, fue el anuncio del establecimiento del calendario Gregoriano por el papa Gregorio XIII el 25 de febrero de 1582.
Pero, si seguimos, tenemos:
- 1821, el Plan de Iguala en México.
- 1848, revolución en Francia que acaba con el fin definitivo de la monarquía borbónica (el episodio imperial de Napoleón III es otra cosa).
- 1895, Grito de Baire en Cuba (inicio del asalto final a la independencia... con ayuda yanqui, por supuesto).
- 1917: abdicación de Nicolás II en Rusia...
- 1920, nacimiento oficial del NSDAP, más conocido por todos como Partido Nazi.
No sigo, porque no hay espacio. En la red hay muchas y buenas páginas sobre esta cuestión de las celebraciones.
Y si pasamos a nacimientos y fallecimientos... ¡ni te cuento! Me quedo con uno.
El 24 de febrero de 1704 fallecía el enorme Marc Antoine Charpentier, a quien todo europeo conoce por esta sintonía:
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