Hoy, 30 de noviembre, el mundo católico celebra la festividad de San Andrés Apóstol. Andrés fue prácticamente el primer seguidor de Cristo y el que inició a su hermano, Pedro, en el camino del maestro. Como la mayoría de los primeros doce apóstoles (no San Juan, no Judas...) Andrés murió martirizado. Pero antes de sufrir el suplicio de la cruz, pidió que su cruz no fuera en forma de cruce perpendicular, como la de Jesús. Su humildad le impedía padecer el martirio con el mismo instrumento que su Señor... Así que le hicieron una cruz en aspa, que desde entonces pasó a denominarse de forma genérica Cruz de San Andrés. Y así se ha incorporado a la heráldica y la vexilología (ya sabéis, estudio y descripción de las banderas).
Como las banderas y escudos tienen muchas variaciones, es verdad que no siempre una cruz en aspa es denominada Cruz de San Andrés. Por ejemplo, en el antiguo pabellón irlandés, la cruz en aspa roja, sobre fondo blanco, es la cruz de San Patricio. Y en algunas zonas, esa cruz, cuando aparece con bordes dentados es la Cruz de Borgoña... Pero el caso es que, a partir de ahora, cuando veáis ciertas banderas, diréis: la Cruz de San Andrés. Y cuando entréis a una iglesia, un museo, o veais en las páginas de un libro la figura de un hombre martirizado en una cruz en forma de aspa, lo identificareis sin dudar como San Andrés.
No está mal, tampoco, que sepáis que San Andrés es el patrón de Escocia. Así que si tenéis un amigo escocés, felicitadlo: hoy es su día nacional. Y eso, parece ser, es porque un monje llamado Régulo trasladó las reliquias del apóstol a Escocia, donde estaban establecidos los pictos, cuyo rey le había cedido un terreno para construir una iglesia. Luego, en una batalla trascendental que los pictos sostuvieron contra los anglos, San Andrés se puso de parte de los pictos mostrando su bandera en el cielo (vaya usted a saber por qué...), y favoreciéndoles con la victoria. Así que estaba claro: San Andrés y cierra Escocia.
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