La revolución demográfica es un proceso que estamos viendo en clase tanto en 1º Bachillerato como en 4º ESO. Una de las causas, dice vuestro libro, es el avance de la medicina. Pero, y creedme, sé lo que os digo, los avances médicos fueron pocos, y tardíos. No digamos los relativos a la higiene. Pero hubo uno que realmente marcó un hito: el descubrimiento contra la vacuna por el médico inglés Edward Jenner.
Jenner nació en Berkeley, en 1749, y murió en la misma localidad en 1823. Trabajó como médico rural, lo que le hizo conocer de primera mano dos hechos: uno, la terrible mortalidad que causaba la viruela, en especial entre los niños; dos, que en el campo había gente vacunada. ¿Qué significaba esto? Pues que habían ordeñado vacas enfermas de lo que se llamaba smallpox (viruela boba). Jenner investigó el asunto, y vio que en efecto, las personas que habían tomado contacto con estas vacas (la enfermedad se manifestaba en las ubres; de ahí que los que las ordeñaban se contagiaran) pasaban una enfermedad leve similar a la viruela humana, y quedaban inmunizadas contra las variedades más duras de la viruela. Su experimento inicial fue extraer pus de una pústula de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes, e inocular dicho pus a un joven llamado James Phips. Este chico quedó inmunizado. Era una fecha histórica: 14 de mayo de 1796 (Para los que sabéis inglés, podéis entrar en el Edward Jenner Museum)
A pesar de las reticencias de algunos colegas, quedó claro desde muy pronto que el descubrimiento de Jenner era trascendental. Los gobiernos, esta vez acertaron, consideraron que era necesario difundirlo, y vacunar cuanto antes al mayor número posible de gente. En ese sentido hay en España una historia conmovedora. Como sabéis, la monarquía hispánica se extendía por los cuatro continentes. ¿Cómo llevar la vacuna a tanta gente, en sitios tan distantes? El 22 de noviembre de 1803 salió de La Coruña un barco con un pasaje muy especial: 22 niños de entre 3 y 9 años, todos ellos huérfanos de la Casa de Expósitos de la Coruña. Fueron vacunados, y llevaron en sus cuerpos la salvación para millares de personas. En 1804 llegaron a Puerto Rico; luego fueron a Cuba, México, Filipinas... y de allí, la vacuna saltó a Asia (para leer más: La odisea de los 22 niños de la viruela). Era la primera misión humanitaria de la historia.
Y ahora la anécdota: esta misma mañana le hablaba a los muchachos de estas cosas, y quería hacerles ver lo injusto que es que alguien como David Beckham, o todavía peor (triunfitos, concursantes de Gran Hermano) fueran internacionalmente conocidos y alabados, mientras que alguien como Jenner, alguien que de verdad ha hecho algo por todos nosotros, y cuyos descubrimientos han librado de sufrimientos a millones de personas, sea un perfecto desconocido. Al final de la clase se oye una vocecilla femenina que justifica tal ignorancia: ¡Es que este tío no salía en la tele!
Jenner nació en Berkeley, en 1749, y murió en la misma localidad en 1823. Trabajó como médico rural, lo que le hizo conocer de primera mano dos hechos: uno, la terrible mortalidad que causaba la viruela, en especial entre los niños; dos, que en el campo había gente vacunada. ¿Qué significaba esto? Pues que habían ordeñado vacas enfermas de lo que se llamaba smallpox (viruela boba). Jenner investigó el asunto, y vio que en efecto, las personas que habían tomado contacto con estas vacas (la enfermedad se manifestaba en las ubres; de ahí que los que las ordeñaban se contagiaran) pasaban una enfermedad leve similar a la viruela humana, y quedaban inmunizadas contra las variedades más duras de la viruela. Su experimento inicial fue extraer pus de una pústula de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes, e inocular dicho pus a un joven llamado James Phips. Este chico quedó inmunizado. Era una fecha histórica: 14 de mayo de 1796 (Para los que sabéis inglés, podéis entrar en el Edward Jenner Museum)
A pesar de las reticencias de algunos colegas, quedó claro desde muy pronto que el descubrimiento de Jenner era trascendental. Los gobiernos, esta vez acertaron, consideraron que era necesario difundirlo, y vacunar cuanto antes al mayor número posible de gente. En ese sentido hay en España una historia conmovedora. Como sabéis, la monarquía hispánica se extendía por los cuatro continentes. ¿Cómo llevar la vacuna a tanta gente, en sitios tan distantes? El 22 de noviembre de 1803 salió de La Coruña un barco con un pasaje muy especial: 22 niños de entre 3 y 9 años, todos ellos huérfanos de la Casa de Expósitos de la Coruña. Fueron vacunados, y llevaron en sus cuerpos la salvación para millares de personas. En 1804 llegaron a Puerto Rico; luego fueron a Cuba, México, Filipinas... y de allí, la vacuna saltó a Asia (para leer más: La odisea de los 22 niños de la viruela). Era la primera misión humanitaria de la historia.
Y ahora la anécdota: esta misma mañana le hablaba a los muchachos de estas cosas, y quería hacerles ver lo injusto que es que alguien como David Beckham, o todavía peor (triunfitos, concursantes de Gran Hermano) fueran internacionalmente conocidos y alabados, mientras que alguien como Jenner, alguien que de verdad ha hecho algo por todos nosotros, y cuyos descubrimientos han librado de sufrimientos a millones de personas, sea un perfecto desconocido. Al final de la clase se oye una vocecilla femenina que justifica tal ignorancia: ¡Es que este tío no salía en la tele!
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