Seguimos perfilando la galería de posturas que se desarrollaron frente a las consecuencias negativas de los primeros impulsos de la revolución industrial. Le toca el turno a la Iglesia Católica. La definición de la postura oficial llegó, por fin, con la encíclica Rerum Novarum (Acerca de las cosas modernas), publicada el 15 de mayo de 1891 por el papa León XIII (1810-1903; en la foto, tumba de León XIII en San Juan de Letrán, Roma), y que se ha constituído como un punto de referencia fundamental para el pensamiento social de la Iglesia. Podría objetarse que la Iglesia tomó postura con bastante retraso, pero hay que considerar que los documentos pontificios tardan en ser emitidos, porque de ellos depende la comunión eclesial de millones de personas, y no es cosa de tomárselo a la ligera. En la encíclica Rerum Novarum podemos destacar como puntos más relevantes (Palmer y Colton Historia Contemporánea, 1980, p. 365):
- El rechazo al socialismo, por su trasfondo filosófico materialista, aunque reconociendo los puntos de contacto entre las ideologías socialistas y el cristianismo.
- La defensa de la propiedad privada, como derecho natural, dentro de los límites de la justicia.
- Justicia social como eje de toda la cuestión, incluyendo una condena explícita de los excesos del capitalismo (que en ocasiones se pasa por alto), coherente con la condena intelectual que la Iglesia venía haciendo del Liberalismo, precisamente por la misma razón por la que se condenó a los socialismos: su trasfondo materialista, llevado a la práctica sobre todo por una incitación constante al consumo y al individualismo radical. Incompatible con el cristianismo, muchos no saben que la Iglesia considera herético el liberalismo. El capitalismo era culpado de la pobreza, la inseguridad y de la degradación que sufría buena parte del proletariado.
- Sindicalismo, recomendando a los católicos que formaran sindicatos y partidos políticos propios.
Hasta ese momento, la respuesta católica había sido más bien espontánea, particular aunque en ocasiones animada por la jerarquía (obispos), y cercana a las posturas socialistas de proteger al obrero y denunciar los comportamientos abusivos de los patronos. Quizá la iniciativa de más alcance fue el desarrollo de los Círculos Católicos de Obreros, entre los que destacan en España los Círculos del Padre Vicent, que en 1895 se componían de 169 círculos con más de 35.000 afiliados, sobre todo en el área catalano-levantina (el más antiguo el de Manresa, 1864). Desde Francia se expandieron las Conferencias de San Vicente de Paul, impulsadas por Antoine Ozanam; y podría cargar esta entrada de nombres, todos ellos anteriores a la encíclica de 1891, pero he encontrado un buen resumen en la entrada "capitalismo salvaje y catolicismo", de un blog.
Como dice nuestro apreciado colaborador Voronwie: ¡Salud!
2 comentarios:
Buenas. Es interesante conocer el lado social de la Iglesia Católica, defendiendo al obrero y recomendando el sindicalismo, ante los patronos explotadores. No me gusta hablar de temas que ignoro, para evitar soltar "paridas" sin fundamentación, (antes que afirmar, prefiero preguntar) pero voy a arriesgarme...xD. Siempre he pensado que la Iglesia ha estado del lado de los que mayor poder económico tienen (con lo que eso conlleva), que no son precisamente el proletariado y el campesinado. También pienso que hay "una Iglesia", la de los misioneros que llegan a dejarse incluso la vida, ayudando a los necesitados en países subdesarrollados, por ejemplo; y "la otra Iglesia" que en el Vaticano se llena los bolsillos, dándose una vida de lujo (podridos de dinero). Por cierto, creo que la acumulación excesiva de riquezas es ahora un pecado...
Supongo que mi visión es un poco cerrada y extremista. Falta de información...
Salud!
Por cierto, la foto mola. ¿No está un poco exagerada la nariz en la escultura?
Salud!
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