viernes, 12 de febrero de 2010

Muerte en las Trincheras:



No sólo hemos hablado de sufragismo en clase. también os interesasteis por la vida de los soldados durante la Primera Guerra Mundial, sobre todo por el día a día en las trincheras. Son muchos los documentos que nos narran estos acontecimientos, aquí os dejo uno de ellos, y además tengo preparado otro para realizar el comentario en casa como actividad, ya os lo entregaré el lunes, pero mientras tanto... Leed.


Muerte en las trincheras:

"Al recorrer el pasadizo de Haumont, los obuses alemanes nos enfilaron y el pasadizo se llenó de cadáveres por todos los sitios. Los moribundos, entre el barro, con los estertores de la agonía, nos piden de beber o nos suplican que los rematemos. La nieve sigue cayendo y la artillería está causando pérdidas a cada instante. Cuando llegamos al mojón B no me quedan más que 17 hombres de los 39 que tenía al salir". [...]

"Un olor infecto se nos agarra a la garganta al llegar a nuestra nueva trinchera, a la derecha de los Éparges. Llueve a torrentes y nos encontramos con que hay lonas de tiendas de campaña clavadas en los muros de la trinchera. Al alba del día siguiente constatamos con estupor que nuestras trincheras están hechas sobre un montón de cadáveres y que las lonas que han colocado nuestros predecesores están para ocultar a la vista los cuerpos y restos humanos que allí hay". [...]

"A lo largo de todo el frente de la colina de Souain yacen, desde septiembre de 1915, los soldados barridos por las ametralladoras, extendidos cara a tierra y alineados como si estuviesen en plena maniobra. La lluvia cae sobre ellos inexorable, y las balas siguen rompiendo sus huesos blanqueados. Una noche, Jackes, que iba de patrulla, ha visto huir ratas saliendo por debajo de sus capotes desteñidos, enormes ratas engordadas con carne humana. Latiéndole el corazón, se arrastraba hacia un muerto cuyo casco había rodado; el hombre mostraba su cabeza vacía de carne en una mueca siniestra, desnudo el cráneo, devorados los ojos. La dentadura postiza se había deslizado sobre la camisa podrida y de la boca abierta salió una bestia inmunda". [...]

"Llegamos al túnel. ¿Estaremos realmente condenados a vivir aquí? Prefiero la lucha al aire libre, el abrazo de la muerte en terreno descubierto. Fuera se tiene el riesgo de una bala, pero aquí el peligro de la locura. Una pila de sacos de tierra se levanta hasta la bóveda y cierra nuestro refugio. Fuera sigue la tormenta de la noche y el martilleo continuo de los obuses de todos los calibres. Por encima de nosotros, bajo la bóveda que retumba, algunas bombillas sucias arrojan una claridad dudosa y enjambres de moscas danzan a su alrededor en zarabanda. Acuden al asalto de nuestra epidermis con su zumbido irritante y los manotazos no logran apartarlas. [...]

Las caras de todos están húmedas y el aire es tibio y nauseabundo. Acostado en la arena cenagosa, sobre el carril, mirando a la bóveda o faz contra tierra, hechos un ovillo, estos hombres embrutecidos esperan, duermen, roncan, sueñan y ni siquiera se mueven cuando un camarada les aplasta un pie. [...]

En algunos sitios corre un chorro. ¿Es sangre u orina? Se nos agarra a la garganta y nos revuelve el estómago un olor fuerte, animal, en el que surgen relentes de pólvora, de éter, de azufre y de cloro, un olor de deyecciones y de cadáveres, de sudor y de suciedad humana. Es imposible tomar alimento. Solamente el agua de café de la cantimplora tibia y espumosa calma un poco la fiebre que nos anima… Me llega un cabo muy joven, solo, con las dos manos arrancadas de raíz por los puños, que mira sus dos muñones rojos y horribles con los ojos desorbitados». [...]

Fuente: Marc Ferro. La Gran Guerra, 1914-1918. (páginas 169-171). Alianza Editorial, Madrid 2002. Versión de Soledad Ortega.

Desde que contamos con YouTube, tenemos la suerte de ver imágenes reales relativas a los acontecimientos que tratamos en clase, visualizad estos vídeos:

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